La transformación del sector de la relojería en los últimos años (Parte I)
Mayor formación por parte del cliente implica también una mayor exigencia hacia la marca y hacia quien canaliza la presencia del producto, el punto de venta. El sector de la relojería esta en constantes cambios. Los relojes ya no se venden por impulso de compra sino por los valores que atesoran y muestran. Hay una mayor reflexión y no vale todo para llegar al objetivo final.
El sector de la relojería ha desarrollado nuevas aptitudes y mayor capacidad para canalizar el conocimiento que les aporta la tradición heredada y transformándolo en progreso, una de las cualidades contemporáneas que ofrece la relojería. El conocimiento relojero ha evolucionado hacia territorios antes limitados a unos pocos y hoy es un patrimonio compartido.
Por eso, la investigación se ha convertido en una piedra angular en ese repertorio de singularidad que todas, sin excepción, han explorado durante estos últimos años. Él secreto para hacerlo es ser original, y en ese sentido, parecerse al otro es un camino que resulta contraproducente. El mercado premia a los que siguen su propio instinto y lo ejecutan al margen del resto, y ahora más que nunca.
Eso nos lleva al tercer punto, la historia. Es la clave para entender el comportamiento de las marcas. Cada una de ellas ha potenciado, especialmente con el advenimiento de la época más crítica del mercado, sus valores, su sentido relojero. Y en eso la historia dicta una sentencia firme. Lo que diferencia a las grandes marcas no es solo su capacidad de inversión, sino la base sobre la que se realiza el desarrollo. Comprar ideas no garantiza el futuro, porque no está sustentado sobre el pasado, sobre el rigor relojero que todo cliente potencial exige de una marca.
Eso y el deseo de tener un producto que cause admiración. Porque, por supuesto, la relojería no ha dejado nunca de ser un objeto distinguido y que distingue a su poseedor. Aunque tenga connotaciones en las que hay un punto de romanticismo, sobre todo existe un anhelo por alcanzar algo que no está disponible para todo el mundo. El reloj se ha convertido en objeto de culto y también de coleccionismo. O mejor dicho, ha aumentado su caché entre los coleccionistas cuando realmente son piezas de valor. Marcar la diferencia es algo más que ofrecer la lectura horaria.
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